El “criptoescándalo” desatado el último viernes por la recomendación -vía uno de sus infinitos tweets- del presidente Milei respecto a invertir en una moneda virtual que, luego, perjudicó millonariamente a quienes le hicieron caso, tiene y tendrá consecuencias por ahora desconocidas.
La posibilidad de ser partícipe de una estafa piramidal -vaya si los sanrafaelinos sabemos de eso con la tristemente célebre “Ganancias Deportivas”- hasta posibles violaciones a la ley de Ética Pública con la consiguiente posibilidad de un juicio político en su contra, parecen ser parte de la primera bala que de verdad “le entra” a un dirigente acostumbrado a hacer lo que le place sin demasiadas explicaciones ni consecuencias.
Sin embargo, los perjuicios más graves quizás no sean evidentes por estas horas y se encuentren en un creciente estado embrionario. Es posible que núcleo duro -como siempre pasa con la fanaticada- insista en la inocencia o desconocimiento en el tema por parte del mandatario. Sin embargo, es un hecho que muchos de sus votantes habrán sufrido -lo admitan o no- una herida mortal en su confianza.
La mentada “guerra cultural” que libra Milei -junto a sus aliados- contra sus adversarios, intentando demostrar que son éstos los únicos manchados por la corrupción y los negocios sucios tiene, en el “$Libragate” una batalla trascendental. El presidente y muchos de sus aliados comienzan a demostrar que ese discurso no es más que venta de humo y que los ámbitos de poder suelen tender a las maniobras non sanctas y que ello no es exclusivo de una ideología o de un partido político.
Es poco probable que Milei sea sometido a un juicio político y mucho menos que sea eyectado de su cargo. Bien se sabe, la motosierra y la guillotina casi nunca hieren a quienes las manipulan. No obstante, también hay ejemplos de graves heridas sufridas por los operarios de esas maquinarias cortantes, en su gran mayoría por culpa del exceso de confianza.
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